martes, 14 de septiembre de 2021

Interrogantes acerca de la pubertad hoy


Vivimos en un mundo simbólico. Esto permite que nos orientemos a través de significantes, que, a su vez, tienen sus leyes. La realidad que habitamos la ordenamos de esa manera. Sin ánimo de simplificar, pero para expresar el interrogante que quiero plantear: los significantes que han ido marcando nuestro cuerpo, nuestra historia, acontecimiento tras acontecimiento, construyen la trama a través de la cual abordamos la realidad. Pero, claro, el sujeto no es sólo simbólico: si fuera así, sería equivalente a una computadora con su sistema binario. Lo simbólico es binario.

El sujeto es efecto de la articulación RSI: real, simbólico e imaginario. A través de lo simbólico y lo imaginario, se accede a lo real. Lo simbólico orienta y permite los lazos; lo imaginario da consistencia, forma; y lo real es eso que no ha sido simbolizado e irrumpe en la vida de cada uno.

Vamos al punto. Une niñe de entre 9 y 12 años, según el contexto en el que viva, comienza a sentir que su cuerpo le acerca satisfacciones desconocidas —real aún no simbolizado— y busca argumentos para orientarse. Lo que diré no es nuevo: a partir de que comienzan las restricciones por la pandemia para evitar la muerte, por un lado, y el colapso sanitario, por el otro, les niñes, que no pueden salir de sus casas —salida que les permitía buscar afuera, en la exogamia, algunas respuestas—, se quedan en casa y, para preservar su privacidad, se encierran. Pero su espacio, si lo tienen, tiene una ventana al mundo que es la computadora o cualquier dispositivo que los conecte con el exterior. Es ahí donde buscan las respuestas.

Como decíamos al comienzo, lo simbólico orienta y es binario: sabemos lo que es claro porque está lo oscuro. Hasta hace un tiempo, hombre-mujer cumplía esa condición. Hoy, la multiplicidad de nominaciones genera un campo en donde, si bien hay quienes piensan que cada uno tiene a qué identificarse, también resulta más difícil orientarse, y no solo en lo identificatorio, “soy esto”, sino en la posibilidad de hacer lazo.

Hacer lazo en la pubertad implica, fundamentalmente, hacer amigues y comenzar a definir el objeto de su deseo. Les amigues no solo son con quienes jugar y divertirse, sino quienes pueden escuchar e interesarse por su angustia, por sus preguntas, son espacios donde se propicia la identificación al otro por medio del deseo.

El objeto del deseo sexual o el que se supone brindará satisfacción es resultado de múltiples operaciones en el proceso de subjetivación: identificaciones, duelos, vicisitudes de la declinación del Edipo, que merecen un texto aparte. 


Aclaraciones: Utilizo el neutro solo para no privilegiar un género sobre el otro en humanos. No lo uso en otras palabras, dado que esto afectaría el lenguaje de un modo en que no estoy en condiciones de expedirme.

Respecto a objeto del deseo sexual, no se trata de objetalizar al partenaire, sino de indicar el lugar, dentro de la configuración subjetiva, que ocupa lo que puede atraer sexualmente. 



Para quienes se interesen, dejo dos links a artículos que escribí anteriormente en los que amplío estos temas:

Lo hétero - Página 12, 02/08/2018 

https://www.pagina12.com.ar/132375-lo-hetero

La certeza de Facha - Página 12, 18/12/2014

https://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-262173-2014-12-18.html


Algunos interrogantes y algunas respuestas para intentar comprender nuestra época


Retorno nuevamente a esta plataforma, esta vez con una colaboradora que se ocupará de que el blog se mantenga activo. Para empezar, me gustaría introducir un pequeño proyecto que tengo para los próximos meses: me propongo ir publicando una serie de breves textos para intentar, con el psicoanálisis, dar algunas respuestas a interrogantes que surgen en ésta época. Estos textos no presentan lo más importante ni lo primero qué hay que tratar, son el resultado del cruce entre las preguntas de muchos analistas, incluyendo las mías, respecto a la cantidad de púberes que acuden hoy al análisis con temas de identidad de género y mi deseo de escribir sobre el tema. No será un abordaje exhaustivo ni académico, sino un planteo de ideas, donde situaré algunas preguntas e intentaré responderlas con los recursos que nos ofrece el psicoanálisis.


Es necesario ubicar que, cada púber, cada adolescente manifiesta su angustia, desorientación, síntomas conversivos, aislamiento, fobia social, en el momento en que salen del ámbito familiar y deben entrar a la escena social, no ya como niños, según la trama singular de la que es producto. Por lo tanto, estos textos no son aplicables en términos generales a todes, son sólo un marco para situar la problemática.

 

Breves textos planificados:

 

  • Interrogantes acerca de la pubertad hoy

  • La búsqueda de nominación

  • El lugar del padre

  • La identidad y el goce

  • Los sujetos hechos “a medida”

  • El objeto de deseo

 

Hasta la próxima. Adelfa Jozami



miércoles, 24 de febrero de 2021

Realidad. Fantasma. Equívoco

 Conceptos que colaboran en responder preguntas actuales

Cuando un sujeto tiene un lugar relevante en la trama de la realidad en la que habitamos y, con sus actos, afecta la vida del conjunto –eso es la política–, se hace más complejo el efecto de una decisión, un movimiento, que resulta de una lectura equívoca de la realidad.

Ante los recientes hechos, que revelaron una trama que involucra a varios de estos sujetos y sus actos, me convocó el desconcierto, la sorpresa. Suena y resuena la pregunta: ¿qué pasó?, ¿cómo pudo ser? Seguro que algo salió de su cauce, se desencadenó.

En ocasiones, los sucesos de la realidad pública mediática, y las preguntas que nos generan, colaboran en ubicar mejor ciertos conceptos importantes para el psicoanálisis. En este caso, a su vez, algunos de estos conceptos pueden ayudarnos a elaborar posibles respuestas a dichas preguntas.

 

La realidad construida con tramas (real, simbólico e imaginario), que permiten a los lectores avezados anticipar el próximo cuadro, a veces sorprende.

Esa realidad es distinta para cada sujeto. Lacan la llamó fantasma, una estructura en la que el objeto le va dando forma al sujeto, y recíprocamente. Es como una burbuja aesférica, donde el interior se conecta con el exterior.

Voy a compartirles algunos fragmentos de mi libro Pubertadolescencia que creo que nos pueden ayudar a ubicar la función del fantasma:

En el primer tiempo hay el mundo.

En el segundo, se monta una escena: la del orden simbólico, a la cual se suben todas las cosas de ese mundo para ser dichas. El montaje de esa escena constituye al otro simbólico.

El tercer tiempo es aquel en que el sujeto hace una escena sobre la escena. Eso es el fantasma.

El montaje de la escena sobre la escena del mundo se da en la doble vuelta del significante, a raíz de la repetición significante. Allí el sujeto se extrae, y aparece como corte de ese mundo Otro, del mundo simbólico. Esto hace de marco al fantasma.

El sujeto habla. Habla sin saber, siempre dice más de lo que sabe. Eso lo ubica en el discurso como sujeto del verbo: yo hablo, no soy. El sujeto parlante, por ser parlante, no es; el modo de ser del sujeto parlante es el para-ser.

 

En psicoanálisis, en el que operamos en transferencia, solemos acentuar que el analista debe abstenerse de su fantasma, prestarse al lugar del objeto del analizante y de ese modo poder escuchar la fantasmática en la que habita.

La burbuja (plano proyectivo) a la que me refería como la realidad del neurótico hace que la posición subjetiva se vea nutrida por los hechos externos: a diferencia del psicótico, el neurótico no está “encerrado en su propia burbuja”, sino que lo externo lo afecta, incide sobre él. El fantasma del “tercero excluido”, por ejemplo, puede llevar a un sujeto a sentir que en su grupo o en su trabajo siempre lo dejan afuera, pero al estar abierto a los comentarios de los que lo rodean, tiene la posibilidad de rectificar esta idea.

Hay muchos motivos por los que la trama fantasmática que hace sostén del deseo puede volverse una trampa, un encierro del que hay que salir. Cuando esto ocurre, la “salida” puede ser el pasaje al acto o el acting. En un caso, esto puede ocurrir por identificación al ideal: el “salvador” por ejemplo, que pierde por este motivo la perspectiva que le permitiría ver que no puede erigirse como amo de la salvación (sobre todo en un contexto en el que lo que se trata de trasmitir es que no hay amos).

Esa escena estaba destinada a explotar.

El pasaje al acto, salida abrupta de la escena fantasmática, eyecta al sujeto identificado al objeto.

La trama de la realidad no sigue una lógica impecable porque está sostenida por sujetos parlantes, y una de las características del lenguaje es el equívoco. Entonces, la trama es inestable y, si sumamos varios “eventos desafortunados”, explota.

Como podemos comprobar, siguiendo la cadena de los acontecimientos, un lector atento puede deducir lo que ocurrirá. Esto se basa en la teoría de la repetición, entre otras. Pero hay momentos en que lo que ocurre, sorprende. Acorde a la lógica del invento, donde la cadena prevista se rompe y surge lo inesperado, hay ocasiones en las que un equívoco de un sujeto desencadena efectos imprevistos, incontrolables (todos los in que queramos, inaceptables, imperdonables…), en tanto negación de lo que se esperaba de ese sujeto.

Otro evento que podemos marcar en esta ocasión en particular como pasaje al acto es el del que hace público lo que suponía que habría hecho su otro del espejo, para adelantársele. El mensaje es al público, pero tiene un destinatario específico. En esa realidad, lo que vale (no olvidemos que el valor es lo que otorga sentido) es ganarle de mano al otro: el mensaje “no me sorprendiste” hizo perder de vista que la sorpresa sería generalizada. Aquí también el sujeto sale eyectado de la escena como objeto.

Como podemos ver, el psicoanálisis tiene mucho que aportar a la lectura de la realidad. Emancipa.

 

Adelfa Jozami

jueves, 4 de febrero de 2021

Seminario 2021



 

El Duelo

El duelo es un trabajo, destinado a terminar, para elaborar una pérdida.

La experiencia de la pérdida es constitutiva del sujeto. Es un hecho originario que se actualiza en cada nueva pérdida. Lo perdido puede estar tramado con una experiencia de satisfacción, con un objeto, con un período de la vida, con un ser querido, con el propio yo (moi) en tiempos de cambios corporales.

En el origen es la pérdida de lo UNO, del goce como absoluto.

Cuando esta elaboración falla, no termina, tenemos la melancolía.

El objetivo en este seminario es abordar los desarrollos de Freud y Lacan sobre los efectos de la pérdida originaria en la constitución  del sujeto y el proceso de duelo vía identificación al rasgo unario. Los efectos del duelo patológico y la melancolía.

El itinerario previsto contempla 15 reuniones de marzo a noviembre de 2021.

Incorporamos como lugar de reunión lo aprendido durante la pandemia: lo haremos vía Zoom.

La frecuencia será quincenal, 2º y 4º viernes de 10.30 a 12.00 aproximadamente.

Les adelanto el itinerario:

 

1º Reunión

La concepción del duelo y su elaboración fallida: La melancolía.

Su manifestación en la antigüedad, el medioevo, el renacimiento y la era moderna; en la cultura, en las artes, la medicina, la filosofía y el psicoanálisis.

Textos sugeridos

Walter Benjamín, “El origen del drama barroco alemán: El Trauerspiel”

Freud, “Duelo y melancolía”, en Metapsicología

Freud, “Lo perecedero”, en Miscelánea

Pura Cancina, El dolor de existir…y la Melancolía.

Marcela Martinelli,  Las melancolías. Goce de vida/ Goce de muerte

 

2º Reunión

La experiencia de la pérdida. Pérdida del goce absoluto. La “civilización del goce”.

La pérdida del objeto. Vacío. Agujero. Falta

Lecturas sugeridas

La relación de objeto. Seminario 4 de J. Lacan

Las formaciones del inconsciente. Seminario 5 de J. Lacan.

 

3º y 4º reunión

Inscripción significante. Caída del objeto. Categorías de la falta.

Noción de falta de objeto. Su búsqueda por la vía de la repetición.

 

5º y 6º reunión

Castración- Frustración- Privación.

Deuda simbólica. Daño imaginario. Agujero.

El agente.

Complejo de castración.

 

7º reunión

Cómo incide el significante en lo real.

La angustia no puede ser mitigada, debe ser intervenida por el significante.

 

 8º y 9º reunión

El rasgo unario- El vacío.

Cuadrante de Pierce. Función de los cuantificadores. El no todo.

Negación- Forclusión- Discordancia

Lectura sugerida

Capítulo 8 del Seminario de La identificación de J. Lacan

 

10º reunión

Los afectos. Angustia. Dolor. Tristeza

Freud, “Angustia. Dolor y tristeza”, en Inhibición, síntoma y angustia

 

11º reunión

¿Se puede recobrar el objeto perdido?

Permutaciones. El fetiche.

Mito. Fantasma

La sustitución significante.

 

12º reunión

El sentido y el sin sentido. El lugar del vacío como generador del decir.

Lectura sugerida

…o peor, Seminario 19 de J. Lacan

 

13º y 14º reunión

Duelo y Melancolía.

Bulimia y anorexia. Tipos de identificación al objeto.

 

15º reunión

La construcción en análisis en los duelos patológicos.

 

Pondremos en relación el proceso de elaboración de una pérdida a través del trabajo de duelo presentado por Freud con el modo de hacer con la pérdida originaria en el sujeto.

El camino que emprenderemos para aprehender esto no puede ser lineal, no es una cadena, tal vez se parezca más a una trenza o una red, donde el abordaje de algunas nociones y conceptos vayan echando luz al planteo original.

ADELFA JOZAMI

 

A les que les interese incluirse en este recorrido pueden inscribirse enviando un mail a adelfa.jozami.psicoanálisis@gmail.com

Los honorarios por reunión, que incluyen la desgrabación de la misma, son de 800$.

Fecha de inicio: viernes 26 de marzo

jueves, 3 de diciembre de 2020

... Maradooo...


Como aprendí a entender por Lacan -Otro que da qué hablar-, el vacío es lo que empuja a hacer algo con el lenguaje. En lógica el verbo es el único término que no puede estar vacío, cuando el verbo falta se hace argumento. ¿Qué verbo deja vacío la ausencia de El Diego? Nos lo irá diciendo el mito que se construye. 

¿Quién es Maradona? ¿Un santo?, ¿un héroe trágico?, ¿un artista? ¿Un verbo? Es inconmensurable, no hay medida ni orden simbólico que lo contenga: se iba de los bordes. Hacía sentir cosas, a quienes lo veían jugar, que nunca habían sentido; inscribía en cada uno su nombre a esas sensaciones parecidas a la felicidad.

En un primer momento el vacío unió a casi todos, o mejor, a todos los que vieron en los otros el mismo dolor y lo pusieron arriba de todo. Si alguien hacía cálculos, quedaba afuera. Esa unión hacía pensar que ese vacío produciría cohesión, era la ilusión de la última jugada, todos unidos; simbolizado por una imagen conmovedora de un hincha de Boca y uno de River llorando abrazados. Es una utopía que sólo Maradona consiguió por un instante. Sin embargo, no creo que dure. Dios era él, los demás son humanos que querrán repartirse a Maradona.

Hay una parte mítica y al menos otra propia de la sociedad de consumo. En este caso, están entrelazadas. En esta secuencia, ayer escuché a muchos conmovidos porque Messi, luego de un gol, se sacó la camiseta del Barcelona y dejó a la vista la de Newell’s que usaba Diego; hoy leí que hay un conflicto entre Nike y Adidas por eso. En este caso, lo mítico y el “mercado” están entrelazados. Cada minuto del último tiempo de Maradona, contado por todos los testigos y los testigos de los testigos, vale; y a su vez construye el mito que favorecerá el duelo.

La elaboración del duelo, esa trama que Freud nos enseñó que se va construyendo para que el vacío que deja ese ser que nos ha dado felicidad, nos ha mirado, hablado con amor, no nos trague.

En un duelo individual se recorren durante un tiempo los últimos días, lo que dijo, cómo nos miró, tratamos de recordar su voz, qué habrá sentido, qué habrá pensado… ¿sabría que iba a morir? ¿Las piezas se podrían haber movido de otra manera y el resultado hubiera sido otro? ¿Le dije todo lo que le quería decir? Se recorre cada minuto de ese pasaje imposible de concebir que es el de la vida a la muerte. Tiene que decirse. Hacerse decir.

Ahora el duelo es colectivo. Los que no entendían por qué “tanto lío por Maradona” ven, en la reacción de la gente, su dolor, su poesía, algo que, si son sensibles, entienden.

Maradona entendía bastante el lugar que ocupaba y lo enojaba la mezquindad de los cercanos; él tenía que ser para todes.

Ahora el duelo es de una comunidad. Pero ¿cuál es el rasgo común que articula a esta comunidad? No es la Argentina, ya que repercutió en todo el mundo, no solo en las noticias sino en el cuerpo de muchos, pero no todos. Tal vez ya podemos registrar cuáles son algunos de los rasgos de esa comunidad: los artistas que crean mundos nuevos, los deportistas éticos, los solidarios, los fuera de serie… Llevará un tiempo saber en qué comunidad Diego dejó un vacío que hará una trama que la consolide.

La ilusión de que esa comunidad sea toda ya se va diluyendo, no solo por los reclamos del mercado, también hay quienes cuestionan el velorio de Diego. Como dice Byung- Chul Han, estamos en un tiempo de disincronía. Otros tiempos, unos querrían que el tiempo de despedida dure, otros lo forcluirían, como si no hubiera sido.

El tiempo del velorio era imprescindible, una especie de sincronización de los tiempos para “enterarnos” de su muerte. Hay quienes cuestionan ese evento poniéndolo en paralelo a las críticas que recibían las manifestaciones anticuarentena, un encuentro de anti todo, donde lo que prima es el odio y la falta de solidaridad. Hay quienes no corresponden a ninguna comunidad, solo a la de “Yo” y se agrupan. De todos modos, aunque rechacen este duelo, aunque haya goce frente a esta muerte, como en nuestra comunidad lo ha habido en otros tiempos con los desaparecidos, hay algo de lo humano que está implicado en este duelo.

La comunidad en la que Maradona dejó un vacío, hará con el lenguaje una trama, un mito que la consolidará como tal.


Adelfa Jozami

Psicoanalista

30/11/2020

El Encubrimiento. ¿Rasgo de la moral recoleta?

La reaparición del caso MMGB a través de una serie documental hizo reaparecer este artículo, escrito en 2003

Si bien como todo lector de diarios o espectador de noticiosos estoy tomada por el “caso M.M.G.B.”, mis elucubraciones me llevaron a otro lugar que el de apostar por quién fue el asesino. También es cierto que varias generaciones, entre las cuales me cuento, se vieron atravesadas por la prolífica producción de Agatha Christie, caracterizada por asesinatos ocurridos en sitios cerrados, donde el autor, necesariamente era “uno de ellos” y donde cada lector, capítulo a capítulo, iba apostando por posibles homicidas, siguiendo a H.P. y sus equívocas señales. Más allá del fenómeno social que implica que una gran mayoría se vea “llevada” a interesarse por algo que guarda un enigma bien delimitado (también nos pasa con las elecciones, aunque sostengamos “que se vayan todos”, o con los campeonatos de fútbol aunque no nos interesen). Lo que llamó mi atención fue una frase de un periodista del diario La Nación que exculpaba el notorio encubrimiento que había realizado la familia diciendo que se debía a que era una familia recoleta… Veamos, primera hipótesis: si el encubrimiento, que es un delito, deja de serlo o se justifica por ser ésta una familia “recoleta”, el encubrimiento es aquí un rasgo de lo que llamaríamos “clase recoleta” (clase en el sentido matemático).

Que hubo encubrimiento, no hay la menor duda, nadie le saca de entre los cabellos a un muerto por fractura de cráneo, aunque no suponga un homicidio, un fragmento metálico y lo tira por el inodoro; ya que claramente hay una relación entre el objeto metálico y el agujero en el cráneo, tirarlo implica necesariamente querer eliminar esa relación. Como dice el diccionario y tratándose de un verbo, encubrir se refiere al acto por el cual se oculta, disimula o evita echar luz sobre un hecho. Hay sobrados elementos para hablar de encubrimiento, aunque este hecho me resultó el más elocuente, el que, vaya paradoja, no me entraba en la cabeza. ¿Es que no pensamos igual esta “mayoría” atraída por el homicidio, que los llamados recoletos?

Cuando planteaba que esto me había llevado a otro lugar, es porque ya no me importaba si el asesino era o no de la flia., podría no serlo, lo que haría aún más incongruente y notorio el encubrimiento. Si se trataba de ocultar al asesino, sería al menos más lógico, si no ¿qué encubren?.

Es por esto que hablo de rasgo. El rasgo transmite la filiación, la línea generacional, hace a la identidad de un sujeto, precisando para que se convierta en rasgo filiatorio de al menos tres generaciones. Si es un rasgo que se transmite y por lo tanto inconsciente precisa ser develado.

El problema consiste en que, si hay ley, y ésta tiene una letra que ha sido desestimada por tratarse de una flia. recoleta, estamos frente a una de las situaciones que motorizan la corrupción. En este caso singular, la brecha que permite el develamiento la produce un medio hermano de la víctima, que actuó por fuera de los pactos de clase, actuó con la ética del amor.

En nuestro país se está produciendo algo equivalente al "destape", esas cosas que eran así “por naturaleza” se están cuestionando, se están develando. La corrupción parecía una palabra difusa, difícil de situar, ligada exclusivamente a los políticos que, utilizando su lugar, desviaron fondos del bien común a la propiedad privada. Pero ésta es solo una arista de la estructura de la corrupción, a la que debemos detectar en cada acto en que la letra de la ley sea corrompida.

En un Congreso reciente de Psicoanálisis, Hugo Levin dijo: “La corrupción produce carroña de la que se alimenta para subsistir- refiriéndose a los cadáveres insepultos-, allí la ley no rige y esto puede asimilarse al hecho psicótico”.

El encubrimiento no es una arista menor, oscurece, evita al saber, favorece el oscurantismo. Por otra parte, como decía más arriba, encubrir evita la relación entre lo encubierto y el hecho, es decir corta los lazos que indican la culpa y responsabilidad, raíz de la impunidad.

Dostoievsky nos enseñó en Crimen y Castigo que la culpa articula un acto como que debe ser castigado, se ha cometido una falta y el castigo reintroduce al sujeto en la cadena social, en la ley. El costo que debe pagarse en nuestras sociedades para reinsertarse en la cadena es la cárcel o sanción correspondiente, de lo contrario, se favorece la corrupción, la muerte y la locura.

Adelfa Jozami

6 de enero de 2003 

jueves, 8 de octubre de 2020

Duelo y pandemia

El humano sufre una pérdida en el origen de su existencia. Las vicisitudes que ocurren para arbitrar el modo de hacer con la falta, consecuencia de esa pérdida, hacen al centro del derrotero del sujeto. Esta pérdida, que se va reiterando a lo largo de la vida, hace que el sujeto, según sus recursos, vaya haciendo los “trabajos de duelo” pertinentes. Los modos de “resolución” son singulares, pero atravesados por los modos familiares, los de época, los culturales, ideológicos…Los distintos tipos de ritos funerarios, por ejemplo, manifiestan los modos de elaborar los duelos propios de cada cultura.

Los modelos económicos también dan cuenta de cómo un grupo humano puede o no arreglárselas con la falta primordial. En el capitalismo, en tanto no hay tiempo para que los objetos hagan su ciclo y la modalidad es el consumo, no hay otra salida que la acumulación: en el cuerpo, en las casas, en el garaje… A su vez, en la figura de la acumulación se concentra el ideal. La pérdida queda afuera (¿forcluída?, ¿renegada?), literalmente afuera: todo lo que manifieste la falta queda fuera del sistema. Sin embargo, en Japón, país capitalista, el ideal (representado por una autora que enseña a despojarse con arte de los objetos) parece ser los espacios; claro, es una isla, hay que hacer lugar…

El lugar que le damos a la falta, como causa o destino trágico, se verifica en diferentes culturas en el modo de hacer con sus muertos.

Los ritos funerarios permiten al ser humano asumir la muerte e incluir al ser querido fallecido en una cadena imposible entre la existencia y la inexistencia, y, a su vez, ubica al que los realiza en una genealogía. Lo aprendimos en la Tragedia a través de Antígona, hija, hermana, que entiende que hay una ley superior a la de la ciudad (me refiero a Colona), que dice que los ritos funerarios deben cumplirse.

Los ritos funerarios permiten, a través de la marca que se hará significante, hacer el trabajo de duelo, retejer con lazos libidinales la trama que dejó agujereada la muerte del ser querido.

En estos tiempos de pandemia, donde el aislamiento social es la única forma de prevenir el Covid-19, de apoco vamos viendo los efectos que trae. Menos caricias, menos abrazos y besos, más dolores: el cuerpo se manifiesta. También están los duelos de quienes fallecieron poco antes y durante la pandemia. Como los lazos, los duelos se vieron afectados al comienzo del aislamiento; los ritos que ordenan la despedida de nuestros seres queridos se vieron afectados. No se los puede acompañar en su lecho de muerte, deben permanecer aislados. Luego de un tiempo se implementó que los familiares los despidan por video llamada y, si no tenía covid, puede ser velado por no más de diez familiares…

Un tanatólogo de Rosario, Félix Cantón, cuya práctica es el servicio fúnebre, decía en una entrevista en un diario local: “Estoy triste, es frustrante para aquellos que queremos que la gente transite su duelo, llore, pueda ser contenido en su pena…”. Propone encontrar maneras de revisar los protocolos y acordar otros modos de cercanía. “Pero bueno, nadie quiere hablar de la muerte o pensar en ella…”, dice.

Lo que hay que transitar, el modo de la despedida, el rito funerario, permite el trabajo del duelo. Dejarlo afuera traerá consecuencias. Nos ha enseñado Lacan que lo rechazado en lo simbólico retorna en lo real. Esto es, pesadillas, alucinaciones… y duelos eternos.

 

ADELFA JOZAMI