martes, 14 de septiembre de 2021

Interrogantes acerca de la pubertad hoy


Vivimos en un mundo simbólico. Esto permite que nos orientemos a través de significantes, que, a su vez, tienen sus leyes. La realidad que habitamos la ordenamos de esa manera. Sin ánimo de simplificar, pero para expresar el interrogante que quiero plantear: los significantes que han ido marcando nuestro cuerpo, nuestra historia, acontecimiento tras acontecimiento, construyen la trama a través de la cual abordamos la realidad. Pero, claro, el sujeto no es sólo simbólico: si fuera así, sería equivalente a una computadora con su sistema binario. Lo simbólico es binario.

El sujeto es efecto de la articulación RSI: real, simbólico e imaginario. A través de lo simbólico y lo imaginario, se accede a lo real. Lo simbólico orienta y permite los lazos; lo imaginario da consistencia, forma; y lo real es eso que no ha sido simbolizado e irrumpe en la vida de cada uno.

Vamos al punto. Une niñe de entre 9 y 12 años, según el contexto en el que viva, comienza a sentir que su cuerpo le acerca satisfacciones desconocidas —real aún no simbolizado— y busca argumentos para orientarse. Lo que diré no es nuevo: a partir de que comienzan las restricciones por la pandemia para evitar la muerte, por un lado, y el colapso sanitario, por el otro, les niñes, que no pueden salir de sus casas —salida que les permitía buscar afuera, en la exogamia, algunas respuestas—, se quedan en casa y, para preservar su privacidad, se encierran. Pero su espacio, si lo tienen, tiene una ventana al mundo que es la computadora o cualquier dispositivo que los conecte con el exterior. Es ahí donde buscan las respuestas.

Como decíamos al comienzo, lo simbólico orienta y es binario: sabemos lo que es claro porque está lo oscuro. Hasta hace un tiempo, hombre-mujer cumplía esa condición. Hoy, la multiplicidad de nominaciones genera un campo en donde, si bien hay quienes piensan que cada uno tiene a qué identificarse, también resulta más difícil orientarse, y no solo en lo identificatorio, “soy esto”, sino en la posibilidad de hacer lazo.

Hacer lazo en la pubertad implica, fundamentalmente, hacer amigues y comenzar a definir el objeto de su deseo. Les amigues no solo son con quienes jugar y divertirse, sino quienes pueden escuchar e interesarse por su angustia, por sus preguntas, son espacios donde se propicia la identificación al otro por medio del deseo.

El objeto del deseo sexual o el que se supone brindará satisfacción es resultado de múltiples operaciones en el proceso de subjetivación: identificaciones, duelos, vicisitudes de la declinación del Edipo, que merecen un texto aparte. 


Aclaraciones: Utilizo el neutro solo para no privilegiar un género sobre el otro en humanos. No lo uso en otras palabras, dado que esto afectaría el lenguaje de un modo en que no estoy en condiciones de expedirme.

Respecto a objeto del deseo sexual, no se trata de objetalizar al partenaire, sino de indicar el lugar, dentro de la configuración subjetiva, que ocupa lo que puede atraer sexualmente. 



Para quienes se interesen, dejo dos links a artículos que escribí anteriormente en los que amplío estos temas:

Lo hétero - Página 12, 02/08/2018 

https://www.pagina12.com.ar/132375-lo-hetero

La certeza de Facha - Página 12, 18/12/2014

https://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-262173-2014-12-18.html


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