martes, 12 de mayo de 2020

El saber y el acto

En épocas donde el saber falta, como nos lo ha enseñado el psicoanálisis, no está de más recordar que el sujeto busca el saber en el Otro. Lo que constituye al sujeto, lo antecede.

El saber es lo que responde a las preguntas que nos formulamos. Pero, ¿a quién hacerle estas preguntas? Cuando hablamos de sujetos que buscan el saber en el Otro, estamos hablando de quienes pueden orientar sus preguntas hacia un buen lugar. Esa “buena orientación” deriva del estar situado respecto de los acontecimientos, pudiendo articular lo Real, lo que irrumpe no simbolizado; lo Imaginario, la escena que nos podemos representar, y lo Simbólico, lo que nos permite encontrar la lógica de lo que ocurre. No hay que pedirle peras al olmo mucho menos a las fake news.

Hay quienes no encuentran su lugar en el Otro, el psicótico por ejemplo, que se responde a sus interrogantes con un delirio. A propósito de esto, circula una especie de chiste en las redes, con seis columnas de palabras que hay que unir usando los últimos 6 números del DNI. Las frases resultantes son desopilantes, bastante parecidas a lo que podría ser el delirio de un psicótico, pero también similares a las que algunos plantean como verdades respecto de las causas de esta pandemia.

¿Qué diferencia un delirio de una explicación o razonamiento que dé cuenta de una pregunta? El delirio se cierra en sí mismo, se explica a sí mismo todo, no hay lo “indecidible”. Es pura certeza. Muy diferente a lo que encontramos en el saber científico, donde todo está cuestionado de entrada, y hay que probarlo.

Lo enorme del interrogante actual excede al Covid-19 y sus preguntas nos atañen a un nivel más profundo que las típicamente asociadas a un virus o una enfermedad: ¿cuándo veré y abrazaré a mis seres queridos?, ¿cuándo podré compartir con otros un evento musical o de cualquier tipo?, ¿cuándo me compraré algo solo porque me gusta? …¿Y si me infecto?, ¿qué me ocurrirá?
Esta enormidad se verifica en las innumerables teorías, algunas delirantes, que inundan los medios, de ¿información? ¿Comunicación?

Es una “buena orientación” que, en este tiempo, el saber se busque en la ciencia. Pero no podemos esperar todo de los científicos. Hace falta el acto que incide sobre ese real y marca la diferencia. Y todo acto es político.

Hay epidemiólogos que plantean que hasta que surja una vacuna nos infectaremos muchos, el 60 o 70%, o todos, dicen otros. Tal vez tengan razón pero, por ejemplo, Alemania no tomó las mismas medidas que Suecia, y por supuesto no puede ser lo mismo para América Latina, para Argentina. La falta de inversión que ha habido en salud, en investigación, en alimentación, hace la diferencia a la hora del acto, aunque el virus sea el mismo.

El acto es la medida que en este caso quien gobierna debe tomar para intervenir en lo real. Es un corte que puede dejar que queden algunos adentro y otros afuera. Que algunos vivan y otros mueran.

El acto, que es político, marca la diferencia.

Adelfa Jozami