Conceptos que colaboran en responder preguntas actuales
Cuando un sujeto tiene un
lugar relevante en la trama de la realidad en la que habitamos y, con sus actos,
afecta la vida del conjunto –eso es la política–, se hace más complejo el
efecto de una decisión, un movimiento, que resulta de una lectura equívoca de
la realidad.
Ante
los recientes hechos, que revelaron una trama que involucra a varios de estos
sujetos y sus actos, me
convocó el desconcierto, la sorpresa. Suena y resuena la pregunta: ¿qué pasó?, ¿cómo
pudo ser? Seguro que algo salió de su cauce, se desencadenó.
En ocasiones, los sucesos de la
realidad pública mediática, y las preguntas que nos generan, colaboran en
ubicar mejor ciertos conceptos importantes para el psicoanálisis. En este caso,
a su vez, algunos de estos conceptos pueden ayudarnos a elaborar posibles
respuestas a dichas preguntas.
La realidad construida con tramas
(real, simbólico e imaginario), que permiten a los lectores avezados anticipar
el próximo cuadro, a veces sorprende.
Esa realidad es distinta para cada sujeto. Lacan la llamó fantasma, una estructura en la que el objeto le va dando forma al sujeto, y recíprocamente. Es como una burbuja aesférica, donde el interior se conecta con el exterior.
Voy a compartirles algunos fragmentos de mi libro Pubertadolescencia que creo que nos pueden ayudar a ubicar la función del fantasma:
En el primer tiempo hay el mundo.
En el segundo, se monta una escena: la del orden
simbólico, a la cual se suben todas las cosas de ese mundo para ser dichas. El
montaje de esa escena constituye al otro simbólico.
El tercer tiempo es aquel en que el sujeto hace una escena sobre la
escena. Eso es el fantasma.
El montaje de la escena sobre la escena del mundo se da en la doble
vuelta del significante, a raíz de la repetición significante. Allí el sujeto
se extrae, y aparece como corte de ese mundo Otro, del mundo simbólico. Esto hace
de marco al fantasma.
El sujeto habla. Habla sin saber, siempre dice más de lo que sabe. Eso
lo ubica en el discurso como sujeto del verbo: yo hablo, no soy. El sujeto parlante, por ser parlante, no es; el
modo de ser del sujeto parlante es el para-ser.
En psicoanálisis, en el que
operamos en transferencia, solemos acentuar que el analista debe abstenerse de
su fantasma, prestarse al lugar del objeto del analizante y de ese modo poder
escuchar la fantasmática en la que habita.
La burbuja (plano proyectivo) a la que me refería como la realidad del
neurótico hace que la posición subjetiva se vea nutrida por los hechos
externos: a diferencia del psicótico, el neurótico no está “encerrado en su
propia burbuja”, sino que lo externo lo afecta, incide sobre él. El fantasma
del “tercero excluido”, por ejemplo, puede llevar a un sujeto a sentir que en
su grupo o en su trabajo siempre lo dejan afuera, pero al estar abierto a los
comentarios de los que lo rodean, tiene la posibilidad de rectificar esta idea.
Hay muchos motivos por los que la trama fantasmática que hace sostén del
deseo puede volverse una trampa, un encierro del que hay que salir. Cuando esto
ocurre, la “salida” puede ser el pasaje al acto o el acting. En un caso, esto puede ocurrir por identificación al ideal:
el “salvador” por ejemplo, que pierde por este motivo la perspectiva que le
permitiría ver que no puede erigirse como amo de la salvación (sobre todo en un
contexto en el que lo que se trata de trasmitir es que no hay amos).
Esa escena estaba destinada a explotar.
El pasaje al acto, salida abrupta de la escena fantasmática, eyecta al
sujeto identificado al objeto.
La trama de la realidad no sigue una lógica impecable porque está
sostenida por sujetos parlantes, y una de las características del lenguaje es
el equívoco. Entonces, la trama es inestable y, si sumamos varios “eventos
desafortunados”, explota.
Como podemos comprobar, siguiendo la cadena de los acontecimientos, un
lector atento puede deducir lo que ocurrirá. Esto se basa en la teoría de la
repetición, entre otras. Pero hay momentos en que lo que ocurre, sorprende.
Acorde a la lógica del invento, donde la cadena prevista se rompe y surge lo
inesperado, hay ocasiones en las que un equívoco de un sujeto desencadena
efectos imprevistos, incontrolables (todos los in que queramos, inaceptables, imperdonables…), en tanto negación
de lo que se esperaba de ese sujeto.
Otro evento que podemos marcar en esta ocasión en particular como pasaje
al acto es el del que hace público lo que suponía que habría hecho su otro del
espejo, para adelantársele. El mensaje es al público, pero tiene un
destinatario específico. En esa realidad, lo que vale (no olvidemos que el
valor es lo que otorga sentido) es ganarle de mano al otro: el mensaje “no me
sorprendiste” hizo perder de vista que la sorpresa sería generalizada. Aquí
también el sujeto sale eyectado de la escena como objeto.
Como podemos ver, el psicoanálisis tiene mucho que aportar a la lectura
de la realidad. Emancipa.