miércoles, 24 de febrero de 2021

Realidad. Fantasma. Equívoco

 Conceptos que colaboran en responder preguntas actuales

Cuando un sujeto tiene un lugar relevante en la trama de la realidad en la que habitamos y, con sus actos, afecta la vida del conjunto –eso es la política–, se hace más complejo el efecto de una decisión, un movimiento, que resulta de una lectura equívoca de la realidad.

Ante los recientes hechos, que revelaron una trama que involucra a varios de estos sujetos y sus actos, me convocó el desconcierto, la sorpresa. Suena y resuena la pregunta: ¿qué pasó?, ¿cómo pudo ser? Seguro que algo salió de su cauce, se desencadenó.

En ocasiones, los sucesos de la realidad pública mediática, y las preguntas que nos generan, colaboran en ubicar mejor ciertos conceptos importantes para el psicoanálisis. En este caso, a su vez, algunos de estos conceptos pueden ayudarnos a elaborar posibles respuestas a dichas preguntas.

 

La realidad construida con tramas (real, simbólico e imaginario), que permiten a los lectores avezados anticipar el próximo cuadro, a veces sorprende.

Esa realidad es distinta para cada sujeto. Lacan la llamó fantasma, una estructura en la que el objeto le va dando forma al sujeto, y recíprocamente. Es como una burbuja aesférica, donde el interior se conecta con el exterior.

Voy a compartirles algunos fragmentos de mi libro Pubertadolescencia que creo que nos pueden ayudar a ubicar la función del fantasma:

En el primer tiempo hay el mundo.

En el segundo, se monta una escena: la del orden simbólico, a la cual se suben todas las cosas de ese mundo para ser dichas. El montaje de esa escena constituye al otro simbólico.

El tercer tiempo es aquel en que el sujeto hace una escena sobre la escena. Eso es el fantasma.

El montaje de la escena sobre la escena del mundo se da en la doble vuelta del significante, a raíz de la repetición significante. Allí el sujeto se extrae, y aparece como corte de ese mundo Otro, del mundo simbólico. Esto hace de marco al fantasma.

El sujeto habla. Habla sin saber, siempre dice más de lo que sabe. Eso lo ubica en el discurso como sujeto del verbo: yo hablo, no soy. El sujeto parlante, por ser parlante, no es; el modo de ser del sujeto parlante es el para-ser.

 

En psicoanálisis, en el que operamos en transferencia, solemos acentuar que el analista debe abstenerse de su fantasma, prestarse al lugar del objeto del analizante y de ese modo poder escuchar la fantasmática en la que habita.

La burbuja (plano proyectivo) a la que me refería como la realidad del neurótico hace que la posición subjetiva se vea nutrida por los hechos externos: a diferencia del psicótico, el neurótico no está “encerrado en su propia burbuja”, sino que lo externo lo afecta, incide sobre él. El fantasma del “tercero excluido”, por ejemplo, puede llevar a un sujeto a sentir que en su grupo o en su trabajo siempre lo dejan afuera, pero al estar abierto a los comentarios de los que lo rodean, tiene la posibilidad de rectificar esta idea.

Hay muchos motivos por los que la trama fantasmática que hace sostén del deseo puede volverse una trampa, un encierro del que hay que salir. Cuando esto ocurre, la “salida” puede ser el pasaje al acto o el acting. En un caso, esto puede ocurrir por identificación al ideal: el “salvador” por ejemplo, que pierde por este motivo la perspectiva que le permitiría ver que no puede erigirse como amo de la salvación (sobre todo en un contexto en el que lo que se trata de trasmitir es que no hay amos).

Esa escena estaba destinada a explotar.

El pasaje al acto, salida abrupta de la escena fantasmática, eyecta al sujeto identificado al objeto.

La trama de la realidad no sigue una lógica impecable porque está sostenida por sujetos parlantes, y una de las características del lenguaje es el equívoco. Entonces, la trama es inestable y, si sumamos varios “eventos desafortunados”, explota.

Como podemos comprobar, siguiendo la cadena de los acontecimientos, un lector atento puede deducir lo que ocurrirá. Esto se basa en la teoría de la repetición, entre otras. Pero hay momentos en que lo que ocurre, sorprende. Acorde a la lógica del invento, donde la cadena prevista se rompe y surge lo inesperado, hay ocasiones en las que un equívoco de un sujeto desencadena efectos imprevistos, incontrolables (todos los in que queramos, inaceptables, imperdonables…), en tanto negación de lo que se esperaba de ese sujeto.

Otro evento que podemos marcar en esta ocasión en particular como pasaje al acto es el del que hace público lo que suponía que habría hecho su otro del espejo, para adelantársele. El mensaje es al público, pero tiene un destinatario específico. En esa realidad, lo que vale (no olvidemos que el valor es lo que otorga sentido) es ganarle de mano al otro: el mensaje “no me sorprendiste” hizo perder de vista que la sorpresa sería generalizada. Aquí también el sujeto sale eyectado de la escena como objeto.

Como podemos ver, el psicoanálisis tiene mucho que aportar a la lectura de la realidad. Emancipa.

 

Adelfa Jozami

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