jueves, 3 de diciembre de 2020

El Encubrimiento. ¿Rasgo de la moral recoleta?

La reaparición del caso MMGB a través de una serie documental hizo reaparecer este artículo, escrito en 2003

Si bien como todo lector de diarios o espectador de noticiosos estoy tomada por el “caso M.M.G.B.”, mis elucubraciones me llevaron a otro lugar que el de apostar por quién fue el asesino. También es cierto que varias generaciones, entre las cuales me cuento, se vieron atravesadas por la prolífica producción de Agatha Christie, caracterizada por asesinatos ocurridos en sitios cerrados, donde el autor, necesariamente era “uno de ellos” y donde cada lector, capítulo a capítulo, iba apostando por posibles homicidas, siguiendo a H.P. y sus equívocas señales. Más allá del fenómeno social que implica que una gran mayoría se vea “llevada” a interesarse por algo que guarda un enigma bien delimitado (también nos pasa con las elecciones, aunque sostengamos “que se vayan todos”, o con los campeonatos de fútbol aunque no nos interesen). Lo que llamó mi atención fue una frase de un periodista del diario La Nación que exculpaba el notorio encubrimiento que había realizado la familia diciendo que se debía a que era una familia recoleta… Veamos, primera hipótesis: si el encubrimiento, que es un delito, deja de serlo o se justifica por ser ésta una familia “recoleta”, el encubrimiento es aquí un rasgo de lo que llamaríamos “clase recoleta” (clase en el sentido matemático).

Que hubo encubrimiento, no hay la menor duda, nadie le saca de entre los cabellos a un muerto por fractura de cráneo, aunque no suponga un homicidio, un fragmento metálico y lo tira por el inodoro; ya que claramente hay una relación entre el objeto metálico y el agujero en el cráneo, tirarlo implica necesariamente querer eliminar esa relación. Como dice el diccionario y tratándose de un verbo, encubrir se refiere al acto por el cual se oculta, disimula o evita echar luz sobre un hecho. Hay sobrados elementos para hablar de encubrimiento, aunque este hecho me resultó el más elocuente, el que, vaya paradoja, no me entraba en la cabeza. ¿Es que no pensamos igual esta “mayoría” atraída por el homicidio, que los llamados recoletos?

Cuando planteaba que esto me había llevado a otro lugar, es porque ya no me importaba si el asesino era o no de la flia., podría no serlo, lo que haría aún más incongruente y notorio el encubrimiento. Si se trataba de ocultar al asesino, sería al menos más lógico, si no ¿qué encubren?.

Es por esto que hablo de rasgo. El rasgo transmite la filiación, la línea generacional, hace a la identidad de un sujeto, precisando para que se convierta en rasgo filiatorio de al menos tres generaciones. Si es un rasgo que se transmite y por lo tanto inconsciente precisa ser develado.

El problema consiste en que, si hay ley, y ésta tiene una letra que ha sido desestimada por tratarse de una flia. recoleta, estamos frente a una de las situaciones que motorizan la corrupción. En este caso singular, la brecha que permite el develamiento la produce un medio hermano de la víctima, que actuó por fuera de los pactos de clase, actuó con la ética del amor.

En nuestro país se está produciendo algo equivalente al "destape", esas cosas que eran así “por naturaleza” se están cuestionando, se están develando. La corrupción parecía una palabra difusa, difícil de situar, ligada exclusivamente a los políticos que, utilizando su lugar, desviaron fondos del bien común a la propiedad privada. Pero ésta es solo una arista de la estructura de la corrupción, a la que debemos detectar en cada acto en que la letra de la ley sea corrompida.

En un Congreso reciente de Psicoanálisis, Hugo Levin dijo: “La corrupción produce carroña de la que se alimenta para subsistir- refiriéndose a los cadáveres insepultos-, allí la ley no rige y esto puede asimilarse al hecho psicótico”.

El encubrimiento no es una arista menor, oscurece, evita al saber, favorece el oscurantismo. Por otra parte, como decía más arriba, encubrir evita la relación entre lo encubierto y el hecho, es decir corta los lazos que indican la culpa y responsabilidad, raíz de la impunidad.

Dostoievsky nos enseñó en Crimen y Castigo que la culpa articula un acto como que debe ser castigado, se ha cometido una falta y el castigo reintroduce al sujeto en la cadena social, en la ley. El costo que debe pagarse en nuestras sociedades para reinsertarse en la cadena es la cárcel o sanción correspondiente, de lo contrario, se favorece la corrupción, la muerte y la locura.

Adelfa Jozami

6 de enero de 2003 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario