miércoles, 22 de mayo de 2019

Comentarios del Lic. Alejandro Ruiz, Vicedecano de la FHAyCS (UADER), en la Presentación de "Pubertadolescencia. Elección sexual" en Paraná

Lic. Alejandro Ruiz:

Estamos aquí, en una suerte de encuentro de amigos y familiares, donde teóricamente Claudia y yo éramos los anfitriones, y yo siento que somos como los extranjeros. Así que, esta presentación tiene esa particularidad.

Así que, pregunto, ¿por qué una presentación de libro en la universidad pública? ¿Por qué las muchas presentaciones de libros que hemos venido haciendo a lo largo de este año, muchas de ellas en esta facultad y otras en lugares afines, como la Casa de la Cultura o la Biblioteca Provincial? Entre otras cosas, porque yo creo que son acciones políticas con contenido técnico y académico.

Ahora vamos, sí, a la presentación de este libro. Venimos a presentar este libro de Adelfa Jozami. Adelfa nace en Paraná un 23 de septiembre, como ustedes saben, aniversario de la muerte de Freud. Es casi una cuestión de destino, que estemos presentando un libro de ella, en este lugar tan emblemático de la ciudad, que a la vez fue su lugar de estudios. Si bien nosotros proponemos permanentemente ese pasaje del destino a la destinación, podríamos decir que lo dejamos del lado de la destinación, porque al destino hay que forzarlo. Quiero decir, es más del orden de la destinación que de la neurosis de destino, pero podríamos decir también que esto no es tan casual. Sobre todo, si es un libro de la colección Mirar con las palabras.

En la portada ya vemos esta "a" coloreada, juguetona, que en seguida nos remite a un concepto lacaniano que es el de objeto a. El gran invento de Lacan, podríamos decir, es el objeto a. Lacan toma muchos conceptos de otros campos, de otras disciplinas, se los apropia, hace teoría propia con ellos, plantea un modo de hacer clínica a partir de estos conceptos. Sus detractores dicen que se la pasa choreando conceptos, yo no estoy tan de acuerdo. Sí estoy de acuerdo con hacer mención a las fuentes de donde los extrae. Nos remite a este concepto, y ya vemos en el contenido del libro esta afirmación, esta proposición, de que el objeto a es asexuado.

Estaba intercambiando con un compañero de cátedra sobre esta parte del libro, y él me dice “Pero, fijate que está a-sexuado”, y ahí empezamos a jugar con estas homofonías que tanto le gustan a Lacan, pero para plantear cuestiones estructurales y estructurantes, donde aparece el objeto a como asexuado y como a-sexuado. Entonces, vamos a mantener esa proposición de que es asexuado, pero es una pregunta que queda dando vueltas a partir de poner ciertos juegos homofónicos en tensión.

Por otro lado, también pensaba, la pubertad y adolescencia son dos términos que se usan indistintamente, pero haciendo esta diferencia podemos decir que esto no es tan indistinto, y podemos pensar la pubertad (sobre todo como está escrito aquí, esta especie de neologismo, podríamos decir, “del famillonario de Freud a la pubertadolescencia de Adelfa Jozami”) como una puerta a la adolescencia. En este sentido, está insistentemente enlazada la noción, la temática de la pubertad, a la construcción del fantasma.

Esto nos remite a una pregunta bien actual que tiene que ver con lo real, y que remite a otro libro de Adelfa, que es qué es esto del cambio de sexo, que hoy es en términos reales. Podemos apuntalarlo en una pregunta más simbólica, si se quiere, que es qué lleva a un humano a ubicarse como él o como ella. Pero hoy existe esta cuestión del cambio de sexo en términos reales, al menos como posibilidad, lo cual cambia la dirección de la pregunta.

También hay una mención, Claudia dijo algo de esto, de que Lacan no hace muchas referencias a la adolescencia. Entonces está bueno que alguien de formación lacaniana tome un tema al cual Lacan no le da mucha referencia directa, porque son dos maneras de pensar el psicoanálisis: como dogma, donde hay que repetir lo que dice Lacan en no sé dónde, que en definitiva termina siendo una especie de estribillo; o los escritos para pensar, como este. Creo que Claudia dio sobrada cuenta de que esto es un escrito para pensar, es un escrito que nos deja pensando, o que nos deja la posibilidad de dejarnos pensando. Que es, en definitiva, el modo de transmisión que en este ámbito nosotros intentamos sostener.

En relación a la adolescencia me parece que puede haber algo parecido. Si Lacan hace poca referencia, hagamos más referencia nosotros, aprovechando la cantidad de conceptos que el psicoanálisis, sobre todo el psicoanálisis lacaniano, nos brinda.

En este sentido, Adelfa, en esta obra, insiste con el tema de la resignificación porque sin resignificación no se podría dar esa segunda vuelta para la construcción del fantasma, y sin resignificación no podríamos hacer clínica, al menos como nosotros pensamos la clínica.

Si se entusiasman mucho con el libro y vienen leyéndolo y no pueden parar, el libro tiene dos pausas, que son muy interesantes, que resuenan de otra manera en el formato del escrito. Una es una referencia a Joyce, más precisamente a su obra Retrato del artista adolescente. El inicio de esa cita vale la pena leerlo en un ambiente como este, porque explica bastante lo que Adelfa, a lo largo de toda la obra, quiere transmitir. “‘Dinos, Dedalus, ¿besas tú a tu madre por las noches antes de irte a la cama?’. Stephen contestó ‘Sí’. Wells se volvió a los otros y dijo ‘Miren, acá hay uno que dice que besa a su madre todas las noches antes de irse a la cama’. Los otros chicos pararon de jugar y se volvieron para mirar, riendo. Stephen se sonrojó ante sus miradas y dijo ‘No, no la beso’. Wells dijo ‘Miren, acá hay uno que dice que no besa a su madre antes de irse a la cama’, todos se volvieron a reír, Stephen trató de reír con ellos. En un momento se azoró, y sintió una oleada de calor por todo el cuerpo. ¿Cuál era la respuesta adecuada? Había dado dos, y sin embargo Wells se reía. Pero Wells debía saber cuál era la respuesta, porque estaba en tercero de gramática.” Esto de cuál era la respuesta adecuada es el gran enigma.

La otra pausa es en relación a cuatro fragmentos clínicos, donde podemos leer otra vez el tema de la resignificación, porque justamente son cuatro fragmentos clínicos de no adolescentes, son adultos y adultas que resignifican ciertas cuestiones. Porque nosotros no trabajamos con datos encapsulados, quietos, pasivos, sino que, justamente, la resignificación permite que ciertos hechos de nuestra historia vital puedan ser vividos o sentidos o significados de manera distinta. Pueden ser significados de una determinada manera en un momento, y después en otro momento de otra manera, y en otro momento de otra, que a lo mejor tiene más que ver con la primera que con la segunda. Por eso también hay una insistencia en relación al tiempo lógico. También hay que decir que la referencia a casos clínicos o a viñetas, a aportes de analizantes, es permanente a lo largo del libro, seguramente más acotados, pero aparece mucho del trabajo clínico.

Después tenemos un no-prólogo, que llama un poco la atención cuando uno lo ve, va a empezar un libro y se encuentra con un no-prólogo, pero como dice Adelfa, la negación no implica la contradicción, y a mí me hace acordar a esto que dice Freud, que hay negaciones que afirman, están esos no que son sí.

Nos queda claro, después de leer este libro, por si no lo teníamos claro, que el sujeto que llamamos el sujeto barrado, este sujeto no viene dado, que el sujeto es a constituir, que el sujeto es efecto, pero también que el sujeto no sabe qué lo constituye. Nos encontramos con una dimensión de la pubertad planteada a la vez como acontecimiento y como estructurante.

Para finalizar (los neuróticos vamos eligiendo cosas y entonces vamos dejando cosas de lado) tenemos en el contenido del libro, también, una referencia a lo que es imposible de decir. Lo que es imposible de decir, ¿cómo se dice? Es algo que nos encanta a los analistas, pero nunca le damos bola, entonces tenemos la ventaja de que acá, en este libro, está intentado decir eso que es imposible de decir. Y aparece una serie de diferenciaciones entre ciertos conceptos, que, como decía Claudia, van más allá de un público analítico.

Nos encontramos ahí con estas diferencias tan interesantes entre rito y acto, por ejemplo, donde Adelfa, valiéndose de algunos autores, plantea que el rito garantiza el pasaje, sin que haga falta atravesar la castración, pequeña diferencia. Y que, para el rito, lo único que se necesita es el sometimiento, con eso alcanza. ¿Cuál es el problema de esto? Que desresponsabiliza al sujeto de su hacer, si lo único que hace falta es su sometimiento. Mientras que el acto deja marcas, queramos o no, y el sujeto se responsabiliza de sus consecuencias.

Aparece otra disyunción, otro contrapunto muy interesante entre gloria y deseo, no es tan habitual encontrar esto. Parece como una diferenciación entre pulsiones de vida y pulsiones de muerte, donde la gloria está definida o categorizada como aquello por lo que valdría la pena morir, y el deseo como aquello por lo que valdría la pena vivir.

Después hay una interesante diferencia entre crueldad y violencia. Allí, la crueldad está definida o está categorizada como una de las formas de la violencia organizada. Y, encima, hay un enlace entre crueldad y erotismo, y está planteado como modos de ir más allá de las prohibiciones.

Para terminar, voy a tomar una cita del libro, que en realidad son dos párrafos de distintos capítulos, que yo los hago uno solo, porque me parece que en definitiva es el espíritu de lo que se intenta transmitir con esta obra. Dice alguien a quien acabamos de conocer pero parece que estamos muy familiarizados con ella, en este texto: “Cuando no es la ética del deseo la que comanda la vida, lo que implica una actitud, una posición respecto a la castración, cuando se cree que es yo quien debe comandarla para no alienarse al deseo del Otro, el elogio al goce es inevitable, y la muerte, la consecuencia más verdadera.” “Es en el equívoco que el sujeto encuentra su verdad y la hace objeto, es desde la incerteza que el sujeto debe responder como hombre o como mujer.”



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