Algunas reflexiones acerca del odio.
A QUÉ DISTANCIA
El odio y sus
efectos destructivos
Alojar vs rechazar. Sólo en un mundo simbólico éste
par es posible. Son movimientos implicados en el lazo al otro. Si me acerco
buscando el UNO con otro, si me acerco demasiado, sobreviene la agresividad
para mantener la distancia que haga posible el deseo.
Amor y Odio pasiones narcisistas, pasiones del ser que
buscan tener al Yo como UNO. El amor aúna, el odio rechaza.
Si bien el psicoanálisis nació con Freud, como una
terapia para la neurosis, los conceptos que fue desarrollando nos permiten
entender algunos problemas de la humanidad.
La pregunta por
la humanidad, por la verdad, son nuestras preguntas? Tanto Freud como Lacan
tuvieron a la humanidad en sus horizontes conceptuales. Hablando del Edipo
Lacan dice que la investigación no peca por lo que encuentra sino por lo que
busca
La clínica psicoanalítica se dirige a lo singular. En
tanto ese singular define el rasgo que hace del exterior su interior es que la
humanidad es también nuestro tema.
El odio, esta pasión del ser, tanto en lo singular
como en lo social, atraviesa las culturas y las épocas haciendo imposible la
vida en común.
El odio en el YO, el odio en lo social. ¿Puede
extenderse de lo uno a lo otro como fractales? O hay un punto de articulación,
digamos punto impropio donde se articula esa pasión singular en lo social.
Podemos colectar varias ideas acerca del odio, todas
válidas. El odio como defensa ante la angustia en tanto ésta testimonia de una
hiancia existencial. El Yo odia y persigue con propósitos destructores a los
objetos que puedan ser fuente de sensaciones displacenteras. Representa la lucha del yo por su
conservación y afirmación (Pulsiones y sus destinos, Freud). Tomaré al odio
como pasión del ser, de lo UNO, que impulsa a destruir todo lo que ponga en
juego esa unidad. Esto ocurre si no ha habido duelo por el UNO.
Respecto a la idea de un punto impropio que articula
el odio en el yo con su expresión en la sociedad, podemos ubicar allí la política, donde una decisión,
manifestación u operación política impulsaría y haría uso de esta pasión
singular, radicalmente narcicística. Si hay acontecimientos trágicos en la
humanidad, que pongan en escena al odio ha sido el Holocausto. Llevados por
Hitler, los agentes del terror o de la operación exterminio, debían odiar, de
dónde si no podía provenir la energía que los llevó a tales atrocidades?. Y en nuestro país?, Como fue posible en la
dictadura tanta crueldad? Es el ejercicio del odio , picanear los órganos
genitales, tirarlos vivos al río desde un avión… Odio + Política de exterminio.
Seguramente la pulsión de destructividad provee de energía a esta pasión
narcisista, pero nos sugiere la pregunta. ¿Se debe odiar para destruir?. ¿Hay
alguna forma del lazo que propicie el odio?. El capitalismo propicia un modo de
lazo en el que no hay pérdida, solo acumulación y desperdicio, por lo tanto no
hay duelo.
Voy a recordar un pequeño fragmento de un diálogo de
Sócrates con Alcibíades citado por Lacan a propósito en éste caso del amor como
pasión del ser y el lugar del duelo. Ante el frenesí de Alcibíades Sócrates le
dice: “Ocúpate de tu alma, lo que persigues es tu imagen, debes percibir que la
función de éste objeto no es de meta, sino de causa mortal y haz tu duelo por éste objeto que no es más que
tu imagen. Entonces conocerás los caminos de tu deseo. Porque yo, Sócrates, que
no se nada, lo único que conozco es la función del Eros”. Esto es en el amor, la
imagen que hace obstáculo al deseo es una imagen fascinante, narcicística, la
que se debe perder.
En el odio es la imagen de lo rechazado.
Cuando hay duelo, lo rechazado como real retorna en lo simbólico proporcionando un
significante nuevo que permite saber hacer con la pérdida, con lo imposible. Cuando
no lo hay, esto no ocurre. Cuando no hay duelo, lo rechazado retorna en lo
imaginario, provocando como ocurre en la melancolía, una proliferación de
imágenes sin sentido, imágenes de disgregación, despedazamiento, fantasmas de
castigo; el famoso ataque de pánico como respuesta, a diferencia de la
angustia.
Les voy a relatar un fragmento de la clínica en los
primeros tiempos de la pandemia, situación que afectó a la salud pública y
representó un fenómeno sociopolítico inédito. Allí pude escuchar como el
capitalismo, como forma de lazo, dificulta el duelo ofreciendo siempre algo a
cambio…cuando hay.
Muchas veces, respecto a lo social, nos preguntamos ¡cómo
puede ser!! Tanta insensatez en los argumentos que sostienen un enojo
furibundo, o las quejas o ciertos mensajes en los medios. En la clínica, una
paciente que no puede salir, al comienzo por la cuarentena ahora por temor, no
puede viajar. Le falta la 2° dosis que la protegería, alguien es responsable de
lo que no. El Otro que debe responder a la demanda. No es escuchada, se
pregunta ¿por qué pasa esto? Ahí aparece el odio, despotrica, se descarga,
desahoga dice, Chinos, Alberto, Cristina, nombres depositarios de su odio. En
éste tiempo estoy pensando en el mecanismo de la trasmisión de goce del odio y
le sugiero, entre otras cosas, que no escuche noticieros. Dice que ya no sabe
en quién creer. El lugar del saber está en cuestión, todo pierde la forma, se
desintegra. Antes la religión daba respuestas. La ciencia vacila, su tiempo, el
del experimento no es el de la pandemia. “Son todos ineptos”. Desilusión. No
hay Otro, se pierde el sentido, la pulsión de destructividad se desencadena. La
palabra ya no cumple su función dadora de sentido. Además, como decíamos, el
retorno como toda pulsión que hace su circuito, es en lo imaginario, tiene
terribles pesadillas y se le cruzan imágenes donde está internada intubada o ya
muerta con gusanos. Es duro analizar hoy. Terminada esa sesión, me pide
disculpas, dice que necesitaba desahogarse.
El fin del odio, no el que se desliza por el plano
simbólico e imaginario una vez hecho el duelo y que favorece la crítica o
desmenuzar lo dicho, sino el odio que busca el exterminio en lo imaginario,
simbólico y real, el fin es trágico. En la tragedia barroca el Héroe
simbolizaba el lugar en el que convergían las malas decisiones del príncipe, el
gobernante, junto al modo en que movía los hilos el intrigante. Donde estaba el
poder estaba el origen de la tragedia. Hoy no es tan visible dónde está el
poder, Byung Chul Han se responde a la pregunta por la soberanía: el poder está
en quién dispone de los datos. En China no aparece el término: esfera privada y
confían en la Big data.
Relacionando lo que planteaba del duelo con el
discurso capitalista en el que estaría anulada la pérdida, sería a pura
ganancia, surge que en ésta lógica capitalista, la función de la palabra, -tomando
lo que plantea Lacan en Ou pire donde ubica como topología de la palabra a los
discursos, cuyo giro, que produce como efecto sentido- estaría imposibilitada
al no haber pérdida.
Adelfa Jozami
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