domingo, 22 de enero de 2023

A QUÉ DISTANCIA

 

Algunas reflexiones acerca del odio.

A QUÉ DISTANCIA

El odio y  sus efectos destructivos

 

Alojar vs rechazar. Sólo en un mundo simbólico éste par es posible. Son movimientos implicados en el lazo al otro. Si me acerco buscando el UNO con otro, si me acerco demasiado, sobreviene la agresividad para mantener la distancia que haga posible el deseo.

Amor y Odio pasiones narcisistas, pasiones del ser que buscan tener al Yo como UNO. El amor aúna, el odio rechaza.

Si bien el psicoanálisis nació con Freud, como una terapia para la neurosis, los conceptos que fue desarrollando nos permiten entender algunos problemas de la humanidad.

 La pregunta por la humanidad, por la verdad, son nuestras preguntas? Tanto Freud como Lacan tuvieron a la humanidad en sus horizontes conceptuales. Hablando del Edipo Lacan dice que la investigación no peca por lo que encuentra sino por lo que busca

La clínica psicoanalítica se dirige a lo singular. En tanto ese singular define el rasgo que hace del exterior su interior es que la humanidad es también nuestro tema.

El odio, esta pasión del ser, tanto en lo singular como en lo social, atraviesa las culturas y las épocas haciendo imposible la vida en común.

El odio en el YO, el odio en lo social. ¿Puede extenderse de lo uno a lo otro como fractales? O hay un punto de articulación, digamos punto impropio donde se articula esa pasión singular en lo social.

Podemos colectar varias ideas acerca del odio, todas válidas. El odio como defensa ante la angustia en tanto ésta testimonia de una hiancia existencial. El Yo odia y persigue con propósitos destructores a los objetos que puedan ser fuente de sensaciones displacenteras.  Representa la lucha del yo por su conservación y afirmación (Pulsiones y sus destinos, Freud). Tomaré al odio como pasión del ser, de lo UNO, que impulsa a destruir todo lo que ponga en juego esa unidad. Esto ocurre si no ha habido duelo por el UNO.

Respecto a la idea de un punto impropio que articula el odio en el yo con su expresión en la sociedad, podemos  ubicar allí la política, donde una decisión, manifestación u operación política impulsaría y haría uso de esta pasión singular, radicalmente narcicística. Si hay acontecimientos trágicos en la humanidad, que pongan en escena al odio ha sido el Holocausto. Llevados por Hitler, los agentes del terror o de la operación exterminio, debían odiar, de dónde si no podía provenir la energía que los llevó a tales atrocidades?.  Y en nuestro país?, Como fue posible en la dictadura tanta crueldad? Es el ejercicio del odio , picanear los órganos genitales, tirarlos vivos al río desde un avión… Odio + Política de exterminio. Seguramente la pulsión de destructividad provee de energía a esta pasión narcisista, pero nos sugiere la pregunta. ¿Se debe odiar para destruir?. ¿Hay alguna forma del lazo que propicie el odio?. El capitalismo propicia un modo de lazo en el que no hay pérdida, solo acumulación y desperdicio, por lo tanto no hay duelo.

Voy a recordar un pequeño fragmento de un diálogo de Sócrates con Alcibíades citado por Lacan a propósito en éste caso del amor como pasión del ser y el lugar del duelo. Ante el frenesí de Alcibíades Sócrates le dice: “Ocúpate de tu alma, lo que persigues es tu imagen, debes percibir que la función de éste objeto no es de meta, sino de causa mortal y haz tu duelo por éste objeto que no es más que tu imagen. Entonces conocerás los caminos de tu deseo. Porque yo, Sócrates, que no se nada, lo único que conozco es la función del Eros”. Esto es en el amor, la imagen que hace obstáculo al deseo es una imagen fascinante, narcicística, la que se debe perder.

En el odio es la imagen de lo rechazado.

Cuando hay duelo, lo rechazado como real  retorna en lo simbólico proporcionando un significante nuevo que permite saber hacer con la pérdida, con lo imposible. Cuando no lo hay, esto no ocurre. Cuando no hay duelo, lo rechazado retorna en lo imaginario, provocando como ocurre en la melancolía, una proliferación de imágenes sin sentido, imágenes de disgregación, despedazamiento, fantasmas de castigo; el famoso ataque de pánico como respuesta, a diferencia de la angustia.

Les voy a relatar un fragmento de la clínica en los primeros tiempos de la pandemia, situación que afectó a la salud pública y representó un fenómeno sociopolítico inédito. Allí pude escuchar como el capitalismo, como forma de lazo, dificulta el duelo ofreciendo siempre algo a cambio…cuando hay.

Muchas veces, respecto a lo social, nos preguntamos ¡cómo puede ser!! Tanta insensatez en los argumentos que sostienen un enojo furibundo, o las quejas o ciertos mensajes en los medios. En la clínica, una paciente que no puede salir, al comienzo por la cuarentena ahora por temor, no puede viajar. Le falta la 2° dosis que la protegería, alguien es responsable de lo que no. El Otro que debe responder a la demanda. No es escuchada, se pregunta ¿por qué pasa esto? Ahí aparece el odio, despotrica, se descarga, desahoga dice, Chinos, Alberto, Cristina, nombres depositarios de su odio. En éste tiempo estoy pensando en el mecanismo de la trasmisión de goce del odio y le sugiero, entre otras cosas, que no escuche noticieros. Dice que ya no sabe en quién creer. El lugar del saber está en cuestión, todo pierde la forma, se desintegra. Antes la religión daba respuestas. La ciencia vacila, su tiempo, el del experimento no es el de la pandemia. “Son todos ineptos”. Desilusión. No hay Otro, se pierde el sentido, la pulsión de destructividad se desencadena. La palabra ya no cumple su función dadora de sentido. Además, como decíamos, el retorno como toda pulsión que hace su circuito, es en lo imaginario, tiene terribles pesadillas y se le cruzan imágenes donde está internada intubada o ya muerta con gusanos. Es duro analizar hoy. Terminada esa sesión, me pide disculpas, dice que necesitaba desahogarse.

El fin del odio, no el que se desliza por el plano simbólico e imaginario una vez hecho el duelo y que favorece la crítica o desmenuzar lo dicho, sino el odio que busca el exterminio en lo imaginario, simbólico y real, el fin es trágico. En la tragedia barroca el Héroe simbolizaba el lugar en el que convergían las malas decisiones del príncipe, el gobernante, junto al modo en que movía los hilos el intrigante. Donde estaba el poder estaba el origen de la tragedia. Hoy no es tan visible dónde está el poder, Byung Chul Han se responde a la pregunta por la soberanía: el poder está en quién dispone de los datos. En China no aparece el término: esfera privada y confían en la Big data.

Relacionando lo que planteaba del duelo con el discurso capitalista en el que estaría anulada la pérdida, sería a pura ganancia, surge que en ésta lógica capitalista, la función de la palabra, -tomando lo que plantea Lacan en Ou pire donde ubica como topología de la palabra a los discursos, cuyo giro, que produce como efecto sentido- estaría imposibilitada al no haber pérdida.

 Adelfa Jozami

 

 

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