viernes, 19 de noviembre de 2021

Interrogantes acerca de la pubertad hoy 2° texto


Hola a todes. Continúo esta serie, esta vez con un texto donde intento ir ubicando algunos puntos de anclaje para pensar las nominaciones, ya que no todo es nominable ni toda palabra nomina; siendo la nominación fundamental para hacerse lugar en el discurso. Lo seguiremos en la próxima.


El saber. Como establecimos previamente, el púber busca respuestas: busca un saber que lo oriente frente a las preguntas que le hace el cuerpo y también frente a las nuevas demandas del afuera, escuela, miradas y otras instituciones, dado que la estructura con la que solía responder, la infantil, empieza a resultar insuficiente para lo que se espera de él. Tampoco es menor que, a medida que se empieza a dar este cambio en sus compañeros de edad, si siguiera respondiendo como niñe quedaría desajustado de lo que configura su “colectivo” lo que promueve angustia y formación de síntomas.

A diferencia de los animales para los cuales ese “saber” reside en el instinto, el humano por ser hablante encuentra ese saber en el Otro, es decir, afuera de él. En un primer tiempo el nombre propio (otorgado por el Otro) es suficiente para identificarlo, en la pubertad se le demanda una opción que lo identifique en su género, soy X, lo que a su vez despliega la pregunta por el objeto sexual, el que daría satisfacción (aunque no siempre). Como decíamos en el texto anterior, aunque hombre/mujer solían configurar la opción válida para orientarse, surgían situaciones en las que un sujeto no se identificaba con su sexo anatómico, o sí lo hacía pero su objeto de goce no correspondía al sexo “opuesto”, como la cultura y también la falta (oriento el deseo respecto a lo que me falta) ubicaban como adecuado. Esto era rechazado por la cultura; muchos años de batallas por la inclusión a los derechos de los que no optan por el camino “adecuado” nos conducen a nuestra época. Hombre/mujer, ya son palabras que no representan a todos; pero podemos ver que para ser incluido como sujeto de derecho y no como objeto todavía se requiere un nombre que represente al individuo frente a otros, es decir que le otorgue un lugar y le favorezca los lazos. 

Importancia de la transmisión. Como sabemos, además de nuestro nombre- que haremos propio o no en el transcurso de nuestra vida- los nombres de las cosas del mundo, de nuestras sensaciones, emociones, lo que nos va dando un lugar en la realidad, vienen del Otro. Esto supone una transmisión. Nos preguntamos entonces si existe una función que le dé autoridad a la palabra, que nos garantice un significado, que nos indique que la ley es necesaria y tiene un sentido. Las religiones, que a mi entender representan un mito que da cuenta del origen de la existencia humana y de las leyes que la regulan, proponen a Dios como el que dio nombre a las cosas y a su vez pronunció en sus tablas los diez mandamientos. Cuando el psicoanálisis habla del padre, habla de esa función. Padre es el nombre de una función por la cual se transmite la ley, la ley que viene del Otro. Cuando la ley que ordena la realidad de un sujeto proviene de él mismo, estamos en la psicosis. Es por esto que el término libertad tiene tantas aristas.

Cuando lo que sostiene una crianza humana es la frase: “él/ella sólo/a va a dejar la teta o dejará los pañales, comerá, etc.”, se está eludiendo la responsabilidad social que los padres tienen de incorporar a le niñe en su época, operando la trasmisión de una ética, de una conciencia moral. Esta función instituye el ideal del yo, una instancia del sujeto que sostiene, da soporte a las identificaciones imaginarias, lo que hace las veces de identidad, ya que ésta, para el ser hablante es imposible.

Como sabemos, los mitos nos acercan en su trama, en su relato, lo que nos permite leer sobre los orígenes. Freud tomó el mito del padre de la horda para plantear la secuencia en la que esta función surge en el hombre. El padre primordial es el padre anterior a la prohibición del incesto. Anterior a la aparición de la ley por lo que se le supone un goce absoluto, podía acceder a todas las mujeres. Muerto el padre, asesinado por la fratría e incorporado canibalísticamente, luego de un tiempo en que la fratría se disputaba el goce del que el padre había disfrutado, comienza a imperar la ley como ordenador, que hace posible la convivencia. La ley primordial, sin la cual no habría sociedad posible, es la prohibición del incesto. Es una ley muda, no está dicha pero se transmite por el lenguaje. Luego están los mandatos de la palabra, expresados en los diez mandamientos, que indican lo que no, lo que debe quedar afuera, lo prohibido, origen del deseo.

La función del padre es entonces la de hacer pasar, del goce (absoluto, mortífero) al deseo. Su función es nominante.


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