viernes, 21 de febrero de 2020

VIOLENCIA IMPUNIDAD MUERTE

La conmoción que provocó el acontecimiento, la tragedia en Villa Gesell, nos dice, que desconocemos aún mucho del humano y su vida en sociedad. 

La pregunta que podemos hacernos en éste caso en que nos enfrentamos a una acción insensata y brutal, no es la de entender y explicar qué pasó según nuestro conocimiento, sino, cuál sería el acto que lleve a un corte, a un “nunca mas”. A que no se propicie el espacio para que sea posible. La conmoción social también nos dice que como sociedad, si hay Estado que recoja el guante, es posible que algo cambie. Por supuesto que la violencia es inherente al humano, pero también lo es la búsqueda de lo civilizatorio. Como sucedió con el soldado Carrasco o María Soledad Morales u otros casos de trata de personas, o los 30000 desaparecidos. 

Como nos enseñó Freud en Totem y Tabú, una vez muerto el padre que poseía la suma de los goces, para evitar la fratría, tenía que haber lo intocable, lo prohibido: matar, el incesto. Esto da comienzo a una posible vida en sociedad. Luego vienen la leyes y las instituciones que las sostienen. El goce absoluto queda perdido, la civilización. La posible vida en sociedad se asienta en una pérdida. 

Tomo por aquí porque no creo que sea posible interpretar éste hecho como equivalente a un rito de pasaje de adolescente a “hacerse hombre” como puede ocurrir entre los 13 o 14 años, en primer término porque la mayoría de los que participaron ronda los 20 años; tampoco está dentro de los emblemas masculinos el pegar a alguien que ya está reducido; parece que el horizonte era otro. Así como en algunos sitios acentuaban el horizonte de Fernando respecto al deseo de ser abogado, circulaba un mensaje de uno de los victimarios antes de ir a VG que decía que irían a romper lo que no habían logrado el año anterior. Horizontes. 

Del lado de las instituciones hay agujeros respecto a lo que deberían proteger. Del lado del sujeto me interesa pensarlo como la búsqueda de impunidad, como búsqueda de un goce absoluto, sin pérdida. 

En una novela de Y. Mishima: El marino que perdió la gracia del mar, como sucede con la literatura, se pueden leer, algunas respuestas a las preguntas que nos hacemos. Se trata de una pandilla, acá sí de preadolescentes de 13 años, cuyo líder tiene su delirio que remite a un goce absoluto: los genitales eran para copular con la vía láctea. Lo que lo hacía poderoso frente a los otros niños que desbordaban de curiosidad acerca del sexo. 

Un rasgo propio de la pubertad que refiere a la omnipotencia es la apatía. Dice Blanchot al respecto: Es el espíritu de negación aplicado al hombre que ha elegido ser soberano. Es oponerse a la espontaneidad de cualquier pasión, Dice Sade:…el alma pasa a una especie de apatía que se metamorfosea en placeres mil veces mas divinos que los que le procuraban las debilidades. 

Se hacen insensibles y por lo tanto crueles. 

Me refiero a éste texto cuyos personajes son preadolescentes porque coinciden con lo que creo podía ser la búsqueda en ambos grupos que es la impunidad. En éste caso del relato de Mishima, el jefe dice que deben apresurarse a realizar el asesinato pues tienen 13 años y a los 14 en Japón ya son punibles. Es decir, son preadolescentes, que no realizan un rito de pasaje a la adultez sino a la impunidad. 

Para el jefe de la novela de Mishima, matar era equivalente a romper las cadenas interminables de los odiosos tabúes sociales, logrando así un poder real sobre su existencia. Este es el precio que no pueden pagar, que no hay poder absoluto sobre la existencia. Cuando como resultado de un rito iniciático previo al asesinato, matan a un gatito, Mishima escribe: La muerte había transformado al pequeño animal en un mundo perfecto, autónomo. Lo maté con mis propias manos, puedo hacer cualquier cosa por terrible que sea. 

Cuando no es la ética del deseo la que comanda la vida, lo que implica una pérdida, cuando se cree que es Yo quien debe comandarla, para no alienarse al deseo del Otro, el elogio al goce absoluto es inevitable, y la muerte la consecuencia mas verdadera. 



ADELFA JOZAMI

No hay comentarios.:

Publicar un comentario